La magia de una buena idea
Como ocurre tantas veces, las buenas ideas pueden ser producto de la simple casualidad. O tal vez se deban a que hay algo que nos hace ser receptivos en el momento justo, quién sabe. Lo cierto es que me gusta contar cómo surgió una de las iniciativas de las que más orgullo siento y que tiene que ver con el nacimiento del Panel Catado a Ciegas de Consultora Stg, un panel entrenado de personas ciegas que, de modo profesional y objetivo, ostenta el diferencial de poder detectar con rapidez detalles como cambios de fórmula u otras cuestiones de alimentos y bebidas, perfumería, artículos de limpieza y todo producto que requiera una evaluación organoléptica. Se trata nada menos que del primer panel de su tipo en todo el mundo. Luego de lanzarlo, hemos sido formadores tanto en Catamarca como en Salta y en países como Chile, a la vez que catamos para Cuba, Brasil e Inglaterra.
La idea surgió dictando un curso cuando, al pasar a la etapa de la cata, dije que íbamos a hacerla “a ciegas” y un alumno me preguntó si se llamaba así porque la iban a hacer personas ciegas. Le expliqué que no, que la idea era que el catador desconociera la información del producto para no estar condicionado, pero ese día se me prendió la lamparita de hacerlo con personas ciegas y empecé a investigar cómo hacerlo. Entré en contacto con varias fundaciones pensando en aplicarlo con el vino mediante una integración laboral, porque me explicaron que los cursos no servían si no había posibilidades de salida laboral. Di una primera capacitación en vino, como aproximación para ver cómo íbamos a trabajar y buscar las metodologías, y supe que iba a ser muy difícil. Sucedió que no todos los que asistieron eran buenos catadores, no todos los ciegos pueden ser catadores de panel, y no todos tenían el compromiso. Desde el Ministerio de Trabajo y desde las fundaciones me enseñaron que tenía que buscar gente comprometida y que ya estuviese en esa sintonía. Tras esa capacitación, que fue el 20 de diciembre de 2001, cuando comenzaba una gran crisis en el país, los que integramos el equipo nos sentamos a sacar conclusiones y algo que entendimos, conociendo a la industria del vino, fue que iba a ser difícil vender el servicio como para que testeasen entre 3 y 5 veces por semana. Por eso me puse a pensar otras opciones con salida laboral, como los quesos. La gente de Piedras Blancas vino a ayudarme a capacitarlos y mientras tanto aprendimos detalles como que prefieren que se les diga “ciegos” antes que “no videntes”, la importancia de no dejar cosas en el piso porque dentro de la oficina no usan el bastón, que hay que acompañarlos yendo al lado (y no adelante o atrás), etcétera. Pero seguía faltando la salida laboral. Fue entonces que vi una revista Ohlalá y una noticia sobre una capacitación de Unilever para ciegos sobre perfumes, y pensé que tal vez iba por ese lado. Me contacté entonces con una compañera del colegio que trabajaba en Marketing de Unilever y le conté la idea. Ella organizó una reunión con el equipo de Análisis Sensorial, que justo estaba viendo de tercerizar el análisis sensorial perfumístico de desodorantes y shampoo en un
equipo que estuviera entrenado. Les conté que tenía el equipo pero expliqué que estaba capacitado solo en vinos hasta el momento, y les pedí ayuda con la idea de quedar yo a cargo de la gente. Se hizo la capacitación con la perfumista principal de Unilever y otro perfumista más. Junto al Ministerio de Trabajo de La Nación y a partir de un programa de inserción para personas ciegas, hicimos una selección de las personas ciegas aptas (que tuvieran condiciones como la inquietud, la capacidad, que no fumaran, etcétera). Hicimos la búsqueda, el reclutamiento y el screening, que implicó ver quiénes detectaban mejor los aromas. Se hicieron las capacitaciones y armamos un panel de 30 personas para Unilever, con quienes trabajamos durante casi diez años. Esto me llevó a participar y capacitarme en muchos congresos de análisis sensorial, en los cuales presenté nuestro caso. Conocí así a la gente de Mastellone quienes se mostraron interesados en trabajar con el panel y así lo hicimos, cinco veces a la semana, en forma paralela al trabajo en Unilever. Desde entonces seguimos trabajando en nuestra oficina, adaptada especialmente para las personas ciegas.
En 2003 el Ministerio de Trabajo de la Nación nos premió por ser una empresa integradora. En aquel momento, 20 años atrás, como emprendedora, con una empresa de menos de tres años, haber recibido un premio por la capacidad inclusiva -un tema que en ese entonces casi ni se hablaba-, fue realmente un orgullo. Es un emprendimiento que nació de casualidad, que impulsé en medio de una situación de crisis a nivel país, saliéndome de mi zona de confort. El balance es muy positivo, en lo personal me marcó mucho ya que nunca me había imaginado en esta actividad. Muchos de los integrantes del equipo vivieron el nacimiento de mis hijos y hoy les reconocen el olor y la voz y se emocionan. En una peregrinación a Luján, mi hija reconoció a una integrante del equipo y se acercó a saludarla y para su sorpresa también la reconoció rápidamente. Esa persona ciega luego me dijo que se sentía como si integráramos una familia y que se había emocionado con el saludo de mi hija. Siento que todos crecimos juntos. Dos miembros han formado pareja y tuvieron una hija que hasta hoy nos visita. Estamos muy integrados y hemos logrado un clima muy familiar.
Una idea que nació por casualidad y que ha crecido y hecho crecer al equipo que la lleva adelante, es sin dudas un motivo de gran orgullo. Esperamos sumar siempre a más empresas que aprecien el trabajo comprometido y los altos estándares con los que trabajamos, pero por sobre todo la gran satisfacción que produce integrar y sumar posibilidades a personas que se han preparado para eso.
Por Dolores Lavaque Velasco, Directora de Consultora Stg