Bocabajo - Bocarriba: La joya escondida bajo la lavandería
Por Dolores Lavaque Velasco
Hace unas semanas conocí un espacio único que quiero compartir con ustedes. Visitamos Bocabajo – Bocarriba, un restaurante de 30 cubiertos, escondido debajo de una lavandería en el corazón de la ciudad porteña, con una propuesta gastronómica de menú degustación.
La entrada, camuflada por las máquinas industriales y los canastos de ropa, desorienta hasta que, al bajar, el ambiente a la luz de las velas, la cristalería Riedel y las botellas de vino descubren un espacio inimaginable desde la calle. Se ha convertido en un fetiche para los visitantes tomarse una foto frente a las enormes lavadoras.
La cocina está a cargo de un equipo de jóvenes cocineros, con Tomás de Felice a la cabeza, cuya propuesta gastronómica, siempre en menú de pasos, está dividida según los días de la semana:
- Lunes y martes: Experiencia Argentina, la ruta del vino, una propuesta ideal para turistas.
- Miércoles y jueves: Experiencia Kamado, un menú de 8 pasos donde el fuego es el protagonista, desde el amuse-bouche hasta el postre.
- Viernes y sábados: Experiencia Bocabajo, un menú de 9 pasos elaborado con productos de estación, que incluye algunos platos de las propuestas de los días anteriores y otros exclusivos.
Bocabajo – Bocarriba cuenta con una cava con más de 60 etiquetas, cuidadosamente seleccionadas, siempre buscando tener una carta federal que muestre la diversidad del país y pequeños productores. De miércoles a sábados, se puede optar por vino a la carta o alguno de los dos maridajes que proponen: corto o largo.
En mi caso, hice la Experiencia de Todos los Sentidos, que paso a contarles:
Nos recibieron con una copa de bienvenida de sidra La Perdiz en el árbol de Bodega Las Perdices. El primer bocado fue tomate, sandía, mora sobre espuma de coco y ají amarillo, acompañado por un Torrontés de Susana Balbo Wines. Después llegó uno de mis bocados favoritos: paté de ave sobre financier de almendras y un chutney cítrico, acompañado por un Verdejo Polígonos de San Pablo.
La pesca blanca, acompañada de un puré de hinojo y manzana verde, gremolata de avellanas y aceitunas negras, se maridó con un Riesling de Luigi Bosca. Continuamos con unos cappellettis de remolacha, ricota ahumada, rabanito, girasol, eneldo y achiote, acompañados de Cordisco de Proyecto Las Compuertas Durigutti. Luego llegó la panceta con crema de cajú y reducción de hongos, junto con un Zorzal Gran Terroir Pinot Noir.
Para ir cerrando, nos trajeron un bife de chorizo ahumado con puré de cebolla, zucchini, aire de perejil y microgreens, acompañado de El Esteco Old Vines 1947 Cabernet Sauvignon. Un limpia paladar de granita de frutilla y espumante precedió a los postres, dos bombas deliciosas: huevo de anís y lima, yema de durazno y tuile de vainilla, con una copita de Yacochuya Miskilas de Torrontés que, aunque no lo crean, no lo había probado nunca.
Para cerrar una gran noche, el broche de oro fue un flan de dulce de leche sobre crema de lima y un brindis con un espumante Crudo ’19 de Alma 4 de Semillón.
En definitiva, Bocabajo – Bocarriba no solo se destaca por su originalidad y propuesta gastronómica de alto nivel, sino también por su ambiente íntimo y su atención al detalle. La combinación de sabores, el maridaje perfecto y la atmósfera única hacen de este lugar una joya escondida en la ciudad. Sin duda, es una experiencia que vale la pena vivir y recordar. Así que, si están en busca de una aventura culinaria diferente y memorable, sumado a una experiencia única, no duden en reservar una mesa en Bocabajo – Bocarriba.